miércoles, 9 de mayo de 2012

Recordando a Maurice Sendak con la perrita Jennie


A Maurice Sendak lo descubrí a finales de los años 70 en la colección que Alfaguara empezó a editar de ilustrado infantil, de el me compré como no su best-seller, Donde viven los monstruos, pero también ¡Didola Pidola Pon! o la vida debe ofrecer algo más y estos son dos de los muchos libros que me han ido acompañando a lo largo de estos años.

Durante un tiempo ambos libros los tuve guardados en el altillo de mi despacho, pero en una de mis periódicas limpiezas los redescubrí y como ya estaba inmersa en el proceso de ser editora aquí se han quedado en mis estanterías acompañando a todos los otros ilustrados que tengo.

De Sendak no solo sus historias me gustan, esas historias con un punto de melancolía y de insatisfacción como la que respira la perrita Jennie de Didola Pidola Pon, sino también su trabajo a pluma y tinta, tan perfecto, trabajado y perfeccionista.  Una "maniera" que hace que en cada ilustración siempre descubramos pequeños detalles, aquellos que seguramente en una primera mirada nos habían pasado desapercibidos.

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